Gela era una joven
Mauremys leprosa, aunque ella prefería ser llamada tortuga o
galápago, un nombre menos feo y más común entre su especie.
Nació de un huevo
en una tienda de animales y su futuro inmediato era salir de allí,
pero dentro de una pecera de plástico para ser el regalo de
cumpleaños de un pequeño niño pecoso, con pelo color zanahoria,
que aguardaba impaciente de la mano de su madre.
Pero Gela no era
como las demás. Ella no se resignaba a vivir en una pecera y no ver
más que las paredes de un piso o, en el mejor de los casos, el patio
trasero de una casita de un barrio residencial. Así, cuando el
tendero metió la mano en el terrario para cogerla y ponerla en la
pecera, ella se escurrió de su mano y cayó al suelo. Corrió lo más
deprisa que pudo, que no era mucho tratándose de una tortuga, y se
escondió tras el terrario de una cobra, procedente de Asia, que el
dueño había traído escondida en uno de sus viajes a China. Cuando
el pequeño pelirrojo la vio caer, se lanzó a cogerla, con tal
torpeza que volcó el terrario de la serpiente. Cuando advirtió que
había liberado al animal, tal fue su sobresalto que se puso a
chillar y a llorar aterrorizado, dando saltos hacia detrás y tirando
las cajas de comida de la estantería más próxima. El dueño de la
tienda corrió a proteger su carísima, valiosa e ilegal serpiente,
que corría el riesgo de ser aplastada por el niño y sus destrozos,
chocando en el intento con la madre que, despavorida ante tremendo
reptil venenoso, se lanzó a proteger a su retoño.
Nuestra pequeña y
verde amiga que, a causa del enloquecedor destrozo y la confusión
había sido empujada hacia la puerta, aprovechó para escapar y ser
libre para ver, por fin, el mundo como siempre había deseado.
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (II)
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (III)
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (IV)
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (V)
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Cuento: LOS VIAJES DE GELA (III)
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (IV)
Cuento: LOS VIAJES DE GELA (V)
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