Hoy
no voy a hablar de una novela, sino de un libro más especial.
Era
otoño del año 90, que lejos queda ya éso, cuando yo era una
renacuaja que empezaba lo que entonces era la E.G.B. (sí, tuve de
todo, E.G.B. y primaria, en la variedad está el gusto). En aquel
tiempo, lejano ya de estos tiempos de nuevas tecnologías en los
colegios, los niños íbamos al cole con ganas de aprender y de leer
y las maestras, o al menos la que tuve yo en 1º, sabía como
fomentarlas. Aquel año nos mandaron un libro de comprensión
lectora. El libro de Borja y Pancete.
Era un libro de texto, pero no habían temas, ni deberes. Era un gran
libro de lectura, que comenzaba con estas fuentes de letra, como
hecha a mano, y acababa con una fuente tipográfica normal.
Era
un libro especial. Después de más de dos décadas aún le tengo
cariño y sigo buscándolo, ya que mi ejemplar, que lo conservé
durante años, se debió tirar y ya no está por casa.
El
libro empezaba presentándonos así:
El
libro contaba la historia de Borja y su oso Pancete (nombre que
heredó mi osito de peluche). Sus aventuras jugando los días de
lluvia, en el colegio con sus amigos, con su hermana Marina, con el
pipero Baldomero, de excursión y demás aventuras.