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lunes, 13 de agosto de 2012

Microrrelato II: Esperando

Este fue un microrrelato que escribí allá por 2007. 

ESPERANDO
Era un día como cualquier otro de un año más, pero ese día fue distinto, fue el día en que todo cambió.
José y yo íbamos a merendar juntos. Ese día, iba a pedírmelo, al fin, iba a pedírmelo.
Eran casi las 5 de aquella soleada tarde de septiembre. Yo esperaba a José sentada en el parque, feliz, porque sabía que ese día esperado había llegado. José era mi novio de siempre, al que amaba con locura. No imaginaba mi vida sin él, era el centro de todo mi universo y la fuerza que me daba ganas de vivir. Y ese día lo iba a hacer, me iba a pedir que fuera suya, que fuera su mujer.
Estaba muy nerviosa y miraba el reloj impaciente. Había llegado un poco antes de la hora porque no podía esperar pensando en lo que me esperaba. Él quería darme una sorpresa pero yo había encontrado una factura de una joyería en su chaqueta. Era un anillo para mí y eso era lo más importante. No le quise decir que lo sabía para no estropear la sorpresa, ni para él ni para mí. Quería que fuera especial, que fuera perfecto.
Ya eran las 5. La gente paseaba a mi alrededor ajena a lo que estaba a punto de sucederme. Pero mi felicidad no duraría demasiado.
Llegó la hora y José no había aparecido. Empecé a impacientarme. Aquél era un día importante, ¿por qué se retrasaba? Miraba el reloj y hacia todas partes, buscando a mi moreno de ojos negros y piel gastada. No lo vi. No lo vi más.
José fue ejecutado aquella noche. ¿Por qué? Por estar donde no debía cuando no debía.
Llegaron aquella tarde a su casa aporreando la puerta. Decían que José se había unido a no sé qué bando y hacía no sé qué cosas. José no entendía y ellos sólo gritaban. Con golpes y patadas lo sacaron de su casa, mientras su madre lloraba y gritaba. Su padre salió tras él y de un golpe lo echaron a un lado. Fueron al monte, a pasear, decían. Lo llevaron lejos. Y allí, sin razón, sin explicación y sin piedad, lo hicieron. Dos tiros pegaron a José. El primero en la cabeza y el segundo en el corazón.

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